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El reto educativo: un reto propiamente humano (por Jorge Rodríguez) (228)

Por Jorge Rodríguez

Gracias por los post enviados. Como sabéis los sábados colgaremos el post seleccionado de entre los que enviéis. El elegido esta semana por la editorial es el de Jorge Rodríguez. Esperamos fervorosamente vuestros comentarios y nuevas aportaciones para el sábado que viene.

A día de hoy el vacío educativo que sufre nuestra sociedad está a la vista de todos. Una mirada realista obliga a darse cuenta de que, mientras para la sociedad del pasado educar era una tarea ampliamente compartida, para la nuestra se ha convertido en un reto.

Hasta ayer se daba por descontado que una generación tenía que hacerse cargo de educar a la siguiente, según la tradición heredada de los padres y de una cultura instaurada, hoy todos, unos más y otros menos, constatamos la desintegración de este automatismo. Es como si la sociedad hubiera renunciado a esa tarea educativa.
El reto educativo: un reto propiamente humano (228)
Teniendo como objetivo la formación y el desarrollo del sujeto humano, la educación está intrínsecamente ligada a los grandes interrogantes acerca del hombre…; en realidad, aunque con distintos grados de responsabilidad conforme al papel social de cada uno, de alguna manera todos somos actores del proceso educativo.
¿Qué quiere decir ser “todos actores del proceso educativo”?, ¿Por qué la educación es algo que me atañe, tenga o no hijos, sea joven o adulto, profesor o alumno, empresario o parado?, ¿De qué instrumentos dispongo para asumir este reto?
Es un reto que se dirige a la experiencia de lo humano, a la experiencia concreta del día a día, en el ámbito de la escuela, de la universidad, del trabajo y en la vida entera. Es un método para juzgarlo todo, a través de las exigencias del corazón, para ir hasta el fondo de las cosas, de todo lo que nos sucede.
Basta mirar con lealtad nuestra experiencia para darnos cuenta de que, en el fondo, no existe ninguna relación humana, desde la amistad más estrecha al encuentro más ocasional, que no de pie a un reto recíproco para conocer y abrazar la realidad. Toda relación tiene un alcance educativo, en primer lugar para uno mismo.
La persona crece mediante las relaciones. No hay realización del yo sin la experiencia del otro, sin reciprocidad.
El individualismo narcisista crea la ilusión de que el hombre se crea a sí mismo. Pero para lograr su realización el yo debe caminar con los demás. La personalidad se desarrolla sólo aceptando su estructura relacional, y el bien común es el terreno de crecimiento que nos permite ser lo que somos.
Nuestra sociedad está sumida en una confusión que es fuente de inseguridad. Y de la confusión y la inseguridad surge la violencia actual. La crisis parece abocarnos al individualismo. Y el mercado no lo regula todo, es necesario las relaciones entre las personas y la confianza.
Este individualismo predica contra las formas de comunidad, abogando por el debilitamiento del yo. El individualismo radical, sostenía Louis Dumont, es la antecámara de la dictadura.
Las personas no pueden dejar de sentir que pertenecen a un mundo común, en donde apoyan sus pies, que es el terreno sobre el que caminar. Es decir: el bien común es algo así como la casa en la que vivimos.
Educar constituye el entramado mismo de la vida.
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Dos focos para aprender – Two ways of focusing in order to learn (220)

Hay dos modos de poner el foco o de interesarnos por las cosas. Unos se sienten atraídos por los objetos y por todo lo que ven en el exterior, y otros se quedan impactados por su vida interior y por las personas

A las relaciones existentes entre las influencias externas e internas Freud las llamaba «pulsiones» (energía psíquica profunda que orienta el comportamiento hacia un fin y se descarga al conseguirlo). Ateniéndonos a esta explicación freudiana, entendemos que las personas que están orientadas al exterior se sentirán motivadas y llenas de interés cuando experimentan libertad y amplitud, mientras que las personas que dependen de su interior lo que necesitan son espacios tranquilos, donde puedan experimentar la reflexión e indagar en lo que piensan más que en lo que ven.
Los  extrovertidos interactúan con su entorno y participan de él seducidos por el objeto y todas las inmanencias que de él se derivan. Parece que están cautivados por el objeto, del que no pueden substraerse. El objeto es el valor preponderante, y el sujeto está subordinado a él. Se caracterizan por lo siguiente:
  • Su aprendizaje es mucho más rápido cuando discuten o actúan.
  • Rehúsan las teorías y las explicaciones profundas.
  • Propician las relaciones y los proyectos.
Los introvertidos estiman al sujeto y dan muy poca importancia al objeto. Están interesados por lo subjetivo y tienen dificultades para relacionarse con el exterior. Se encierran en ellos mismos y en sus circunstancias. Los siguientes rasgos les son propios:
  • Su aprendizaje es lento, y mediante la reflexión y el análisis.
  • Rechazan las ideas o conclusiones superficiales.
  • Sólo se involucran si el asunto es muy interesante para ellos.
En la dirección de personas sería conveniente establecer una línea de actuación que respetara esta maravillosa diversidad, propiciando espacios de motivación y fuerza para ambos modos de enfocar la atención.
Una reunión con ambos estilos exige que se contemplen las necesidades de cada uno para que el resultado sea óptimo. A veces un paseo de un extravertido resuelve tensiones y bloqueos, mientras que el silencio y la observación de un introvertido logran profundizar en aspectos que no eran tenidos en cuenta.
Dos mundos y dos modos de maniobrar. Cuidemos que todos tengan su espacio para focalizar su atención sobre lo que cada uno puede. La suma de dos es mayor que la diferencia entre ambos.
Dos focos para aprender - Two ways of focusing in order to learn (220)
There are two ways of focusing on or taking an interest in things. Some people are attracted by objects and everything they see outside, while others are more interested in their interior life and in people.
Freud called the relationship between internal and external influences “drives” (deep psychic energy that directs behaviour towards an end, and becomes relieved when it is achieved). From this Freudian explanation, we understand that people who are orientated towards the outside will be motivated and captivated when they experience freedom and space, while people who depend on their interior need quiet spaces where they can experience reflection and probe more into what they think than what they see.
Extroverts interact with their surroundings and participate in them, attracted by the object and all immanence deriving from it. They appear to be captivated by the object, and cannot be parted from it. The object is the predominant value and the subject is subordinate to it. They are characterised by the following:
  • They learn much faster when they talk or take action.
  • They shy away from profound theories and explanations.
  • They foster relations and projects.
Introverts appraise the subject and give little importance to the object. They are interested in the subjective and have problems relating to the exterior. They are preoccupied with themselves and their circumstances. The following traits are typical of introverts:
  • They learn slowly, and through reflection and analysis.
  • They reject superficial ideas and conclusions.
  • They only get involved if they find the subject very interesting.
In people management, it is advisable to establish a course of action that respects this marvellous diversity, promoting spaces of motivation and power for both ways of focusing attention.
A meeting with both styles calls for the consideration of each one’s needs in order to achieve the optimum result. Sometimes, a walk of an extrovert resolves tensions and blocks, while the silence and observance of an introvert facilitate deeper consideration of aspects that had not been taken into account.
Two worlds and two ways of working. Let us take care to ensure that everyone has his space to focus his attention on what he can. The sum of two is greater than the difference between both.
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Aprender del águila. Dejar hábitos atrás cuando se inicia el nuevo curso (78)

Entre las aves, el águila es la que vive más tiempo: cerca de 70 años. Pero para alcanzar esa edad debe tomar una difícil decisión: nacer de nuevo.
Aprender del águila. Dejar hábitos atrás cuando se inicia el nuevo curso (78)A los 40 años sus uñas se encogen y se ablandan, dificultándole agarrar presas con las que alimentarse. El pico alargado y puntiagudo se encorva. Las alas envejecidas y pesadas se le doblan sobre el pecho impidiéndole emprender vuelos ágiles y veloces.
En ese momento le quedan al águila dos alternativas: morir o pasar por una dura prueba a lo largo de 150 días. Esta prueba consiste en volar a la cumbre de una montaña y buscar abrigo en un nicho cavado en la peña. Allí golpea el pico viejo contra la piedra hasta quebrarlo, y espera hasta que le crezca el nuevo. Con este pico nuevo se arranca las uñas, y cuando le vuelven a crecer, el águila se deshace de las plumas viejas. Después de cinco meses, con el plumaje renovado, arranca a volar, decidida a vivir otros 30 años.
A lo largo de la existencia, la posibilidad de sobrevivir y de no caer en la mediocridad depende muchas veces de imitar el ejemplo del águila. El que se entrega abatido al peso del sufrimiento y de las dificultades, tiende a abreviar sus días o a vivir en una rutina del sinsentido.
Muchos de nosotros, llegados los 40, hemos sentido una llamada a dejar cosas, cambiar de vida, de trabajo, de profesión. Surgió como un revuelo interior intenso que no siempre acabó como hubiéramos deseado. Nos cuestionamos la pareja cuando la crisis era profesional, o por el contrario dudamos de nuestra profesión cuando necesitábamos una “puesta a punto” de nuestra vida familiar. Para algunos, ambas, la carrera y la familia han quedado perjudicadas. Ahora, con una mirada retrospectiva nos debatimos entre el dolor y los remordimientos.
Ejercicio:
Este ejercicio es magnífico después de nuestro tiempo vacacional. Septiembre nos abre sus puertas a un nuevo año, un nuevo “curso escolar” dentro de nuestra vida profesional y personal, en el que quizá sea imprescindible dejar atrás algunas cosas que el “curso anterior” ya nos parecían un lastre. Las del águila han quedado muy claras: las que tiene para comer, para apresar, para volar. En tu caso, mira qué debes acometer y decide tu proceso de cambio. Quizá no necesites ni los 150 días del águila.
  • Lee detenidamente la historia y analiza el simbolismo de la vida del águila con tu vida.
  • Observa que todo lo que has vivido hasta ahora ya no te sirve. El cambio parece inevitable, y sin embargo te asusta y te dejas llevar por lo conocido y fácil. En ese momento, tu vida se está agotando, como la del águila
  • Para renacer y convertirte en una persona nueva debes crear sinapsis diferentes en tu cerebro. Convertir tu manera de pensar, sentir y hacer en otra cosa por completo distinta.
  • Haz una lista de las cosas que están afectadas en tu vida personal y otra en la vida profesional
  • Decide qué puedes cambiar y qué no, de cada una de las listas. Hay situaciones que son intocables, o que intervenir sobre ellas no nos permitirían el cambio
  • Al igual que el águila debes buscar un lugar de retiro para encontrarte, y decidir cómo llevar a cabo este cambio en tu forma de vivir
  • Tal como hizo el águila debes disponerte a quitarte todo aquello que no te deja renacer, sin embargo el dolor no puede ser mayor que la solución. Una vez acabado el ejercicio necesitarás seguir viviendo
  • Quizá sólo necesites unas horas, hablar con un experto, es posible que un estudio de desarrollo personal… En cualquier caso, algo que te lleve a revisarte y a generar un plan de acción a corto, medio y largo plazo
  • Revisa cada mes o dos meses el cumplimiento de tu plan
Si lo haces de este modo, el éxito en tu cruzada será total.
Si estás en el mejor momento del águila: Disfrútalo y compártelo con todo tu alrededor.
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