Hay edificios que se construyen para transformar el entramado de las ciudades. Con ellos, las texturas cotidianas se entremezclan con los nuevos diseños, y resplandecen al bruñirse sus metales con los cálidos reflejos del sol. Estos edificios abren una ventana al mundo llevando un mensaje cultural que traspasa fronteras. Son como enormes espejos donde los vecinos se miran, comparten y reflexionan sobre quiénes son y hasta dónde han llegado con su conocimiento. Estas construcciones llegan de la mano de arquitectos visionarios y políticos iluminados que optan por emplear el dinero público en brillantes ejercicios de arquitectura que transforman el entendimiento de la ciudad. Estos edificios, además de movilizar la economía local, acrecientan el sentimiento universal de sus habitantes y se transforman en símbolos de su gran desarrollo.

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