Parte I

¿Qué es un antihéroe?  Es nuestro yo, que sale a la búsqueda de un mundo ignoto sintiéndose carente. Es el cobarde  que huye de las batallas y  las confrontaciones propias de los cambios. Es el lado oscuro de Harry Potter o Frodo Bolsón, que necesita prepararse para superar las debilidades frente a la gran lucha contra los infames Voldemort y Sauron.

Al igual que en las historias de los caballeros andantes, cada uno de nosotros va en búsqueda de una quimera en forma de flor de lis, o de anillo de diamantes, o de ciudad encantada. En nuestro corazón conviven el deseo de salvar a la princesa prisionera en el castillo y el temor a los dragones que la resguardan.
mi antihéroe: el huérfano
El primer personaje que os vamos a presentar es el Huérfano. Hemos dado en llamarle Huérfano por la orfandad que sentimos cuando iniciamos un camino nuevo. Atrás van quedando la familia y todos nuestros protectores, delante nos espera lo insondable e inhóspito. Por los senderos van apareciendo personajes desconocidos que requieren códigos nuevos, y buscamos desesperadamente magos que nos enseñen las claves del éxito.

En estos primeros pasos nos sentimos enanos en un mundo de gigantes, y habitualmente culpamos a todos de este desvalimiento. Ya no podemos ir hacia atrás, y cada paso hacia delante es como una cadena que nos detiene.

«Me siento abrumado. Mis ideales, por los que he luchado toda la vida, descansan en un pozo sin fondo. El mundo me recuerda a un cuento de villanos, donde los obstáculos son insalvables. He caído en actitudes que me parecían detestables hace unos meses. Cuando me encuentro con amigos dispuestos a ayudarme, aireo mi intimidad más deshonrosa  con la intención de lograr su compasión, y que me escuchen.» Los diálogos derrotistas son el primer aviso de que estamos conectados con este antihéroe. El  miedo al avance o al fracaso nos paraliza y nos ciega ante los retos.

El Huérfano tiene una baja autoestima. Cada envite de la vida le sobrecoge y sale a pedir ayuda considerando culpables de su esfuerzo a su familia, jefes, terapeutas o a cualquiera que esté a su lado. Necesita el reconocimiento de sus logros y la anulación de cualquier éxito ajeno. El esfuerzo le martiriza, y para evitarlo engaña y manipula para lograr que los otros lleven su carga.

El Huérfano necesita la gratificación inmediata. Sus metas no son largoplacistas porque le detiene la falta de voluntad y constancia. Necesita refuerzos constantes para dar un paso más en la dura travesía.

La tendencia natural de este antihéroe es sentirse pobre. De modo que sus arcas pueden estar llenas; sin embargo, se vive arruinado y quejumbroso, y hace malabares para que los otros paguen sus deudas. En algunos casos se aviva esta situación cuando las ganancias de otros son superiores a las suyas.

La meta del Huérfano es conseguir sentirse seguro, y la trampa es el miedo al abandono y al abuso de los otros. En aras de que le ayuden, pierde el discernimiento de lo que es válido para él.

Si además de todo lo dicho sumamos que no acepta sus limitaciones, tenemos el perfecto retrato robot del Huérfano.

Nuestro antihéroe necesita identificar sus áreas de mejora para preparar su transformación e iniciar el camino.

Película recomendada: Gladiator (Cómodo)