MARCA.COM I Por Joaquina Fernández
El sábado, cuando logró su tercera Champions como entrenador, Ancelotti se consagró como uno de los grandes junto con Bob Paisley. Son los únicos entrenadores que han ganado tres Copas de Europa. Sin duda, si Ancelotti sigue con este gran equipo no solo les conducirá a su undécima copa, sino que él mismo batirá todos los récords como entrenador.
¿Qué nos dice la comunicación no verbal de Carlo Ancelotti?
A priori, podemos deducir que es un hombre tranquilo y afable al que le gustan las personas, si bien su trato con ellas es respetuoso y lejano. Estas cualidades han sido muy valoradas y esperadas en los vestuarios del Madrid, y sumadas a su forma de enfrentarse a los retos deportivos con un pensamiento práctico y ambicioso, le han hecho merecedor de sus triunfos en una sola temporada. Sin duda, Ancelotti sabe emplear todos los recursos a su alcance para lograr lo que desea.
No obstante, para conocer un poco más de la personalidad de Ancelotti precisamos realizar una revisión de su pasado como gran jugador del Milan, con el que ganó dos Copas de Europa como centrocampista. El temperamento de Carlo Ancelotti en aquel tiempo podríamos denominarlo como colérico en relación con el juego, por su capacidad de ver oportunidades que facilitaban su rápida presencia en la frontal del área o su oportuna bajada a la defensa. La competencia práctica que poseía en aquel tiempo ha dejado un sello en su devenir como entrenador. Es por ello que selecciona a equipos que están dispuestos a ganar y que le permiten trabajar en la dirección que él quiere. El Madrid era su meta. De hecho, cuando en sus entrevistas afirma que el Real Madrid es el club más importante del mundo, su voz adquiere un matiz cálido, como si hablara de un bien muy preciado del que no quisiera desprenderse.
Ancelotti valora que los egos de los jugadores sean sacrificados por el bien del equipo y le da menos importancia al esfuerzo físico que exige el juego. Cabe suponer que esto es un recuerdo de su tiempo como jugador, cuando era un hombre lleno de fuerza, de gesto duro y preparado para la batalla. En aquella época su cuerpo parecía el de un gladiador dispuesto a matar o morir.
Cuando Ancelotti dirige un equipo emerge su temperamento flemático, que es mucho más paciente, aunque en su interior hay mucho nerviosismo que palía masticando chicle y que en ningún caso expresa contra los jugadores. Esta parte de su personalidad favorece la convivencia en los vestuarios, donde los grandes egos van amilanándose hasta lograr convivir los unos con los otros.
Pocos son los favorecidos con esta mezcla entre lo práctico y lo estratégico sumado a unas dosis de conocimiento de las personas que hace que su dirección parezca discreta, aunque en ningún momento Carlo Ancelotti se separa de sus deseos de triunfo.
Para las relaciones es un poco más tímido y poco táctil. Su biotipo es una mezcla entre el cuerpo atlético (hombros rectos, postura muy sólida y expresión concreta) y un tronco endomórfico, es por ello que puede decirse que Ancelotti parece estar dispuesto a combinar la obtención de excelentes resultados con la buena vida. Este entrenador cree que los éxitos no necesitan sacrificio, sino foco y constancia, y su foco estaba en retornar al mejor equipo de Europa a su lugar de honor.
Cuando Sergio Ramos metió el gol el pasado sábado, el gesto de liberación de Ancelotti fue discreto pero profundo, a diferencia de la expresión de Xabi Alonso. El medio del Madrid, castigado por la UEFA por acumulación de amonestaciones, vivió cada momento con la ira y la alegría volcadas sobre todo lo que estaba a su alrededor. Los gestos de ambos hombres muestran las dos caras de una moneda: la máxima y la mínima expresión emocional. Ancelotti sabe controlar su emoción, y solo a veces baja sus dos puños cerrados con contundencia para indicar que aún hay esperanzas. Cuando ya han logrado ganar, los agita varias veces como señal máxima de euforia. En los momentos en los que cree que se cometen injusticias contra sus jugadores, levanta sus brazos y va hacia el campo evidenciando su rechazo, aunque su cara sigue bastante inexpresiva. En ese momento mastica el chicle con más rapidez.
Sus cualidades son apreciadas por sus jugadores. Ancelotti busca el prestigio por sus resultados, por su buen hacer, y no por la confrontación o la discrepancia. Tras analizar la mayoría de las entrevistas que ha dado durante el tiempo que lleva con el Madrid, he podido constatar que no ha dejado en evidencia a sus jugadores. Cuando señala el trabajo de alguno de ellos es para favorecer su puesto en la estrategia diseñada para el partido.
Uno de los gestos más llamativos de Ancelotti es la subida de su ceja izquierda. Dicen los estudiosos de la comunicación no verbal que cuando la ceja izquierda se levanta es porque la persona está incómoda con algo de sí misma. Pero puede ser también un gesto de temor que se ratifica cuando el labio inferior cae un poco. Este gesto es muy propio de Ancelotti durante las entrevistas (en cambio, rara vez lo muestra durante los partidos). La altura de su ceja depende de la inquietud o malestar que le genere la pregunta. Al movimiento de su ceja se une el carraspeo, la subida del hombro izquierdo, las manos cruzadas, los dedos apretados con los pulgares hacia arriba, que indican que se siente líder de sus éxitos, aunque no por ello menos incómodo en las entrevistas.
Vino, llegó y venció. Podremos discutir si tiene más o menos encanto o carisma, pero nadie puede negar que sus deseos son órdenes para él. Ganar la Décima Copa de Europa era su enseña. Hoy la disfrutamos todos.