Dolors Reig escribe en el post de ayer, en su blog El caparazón, sobre la investigación que ha realizado Andrea Lunsford, profesora de la Universidad de Stanford, acerca de la influencia que están teniendo las nuevas tecnologías en el modo de escribir de los estudiantes que acuden a sus clases de retórica y escritura.
La investigadora llegó a la siguiente conclusión: “Creo que estamos en medio de una revolución en las alfabetizaciones comparable a la que se producía con la civilización griega. No es que la tecnología esté matando nuestra habilidad para escribir, sino al contrario: la está reviviendo y dirigiendo nuestra alfabetización en nuevas direcciones.” (El Caparazón)
Antes de contravenir o discutir esta conclusión, que por otro lado está basada en una profunda investigación del modo de comunicarse de sus estudiantes, debemos fijarnos en nuestro pasado más próximo, ausente de ordenadores, tecnología y redes sociales. Nuestros escritos recorrían miles de kilómetros para alcanzar a sus destinatarios, y la respuesta podía demorarse tanto que se perdía el hilo de la conversación, amén de que sólo los alfabetizados podían participar activamente. El teléfono facilitó la conversación, pero su coste no era asequible para todos, y las conversaciones estaban condenadas por el tiempo. Los transportes y las conexiones mucho más rápidas, hicieron que las fronteras se minimizasen, pero aún así las conversaciones eran unilaterales y asincrónicas.
En la actualidad, independiente de poder económico, del nivel cultural, de la capacidad para escribir o pensar, las nuevas tecnologías, al igual que las redes sociales, han abierto un mundo de infinitas oportunidades que provoca en los jóvenes el deseo de participar.
Desde muy temprana edad escriben, leen, hablan, interactúan. Raro es el muchacho que no manda un SMS, que no lee mensajes o chatea con sus amigos, que no se enreda en Tuenti o en Facebook, además de ampliar su paradigma con You tube. Cualquiera de estos medios les ha provocado una necesidad de participación que exige leer y escribir con rapidez, con una mente clara y abierta sobre lo que está pasando. Los reflejos han de estar despiertos pues se exige a los internautas nuevas claves de acceso a las relaciones, a la escritura y a la lectura que como dice Dolors:
“El mundo actual de la escritura online, especialmente en chats o hilos de discusión es conversacional y público, lo cual lo acerca a la tradición de discusión griega, más que a la escritura asincrónica y ensayística de hace 50 años”
Los mensajes parecen desestructurados pero son adecuados al contexto y el emisor y el receptor se comprenden, se unifican, se identifican. Cumplen, en fin, todos los requisitos más exigentes de los axiomas de la comunicación. Todos los integrantes del acto comunicativo se escuchan y dialogan comprendiendo los objetivos y el proceso que incumbe en ese momento.
Las fronteras ya no existen. Nuestros jóvenes amplían todos los marcos posibles para la amistad, la participación, el aprendizaje. Sus amigos son todos, sus posibilidades infinitas, su mirada sobre el mundo es magnánima y generosa. ¿Qué piensas tú de todo esto?