El maestro Junaíd tenía un discípulo al que prefería sobre todos los demás, lo que incitó los celos de los otros discípulos. Junaíd —que conocía los corazones— se dio cuenta de ello y les dijo: «Es superior en cortesía y en inteligencia a todos vosotros. Hagamos una experiencia para que vosotros también lo comprendáis».
Junaíd ordenó entonces que le trajeran veinte pájaros, y les dijo a los discípulos: «Que cada uno coja un pájaro, se lo lleve a un lugar en el que nadie le vea, lo mate, y me lo traiga luego».
Todos los discípulos se fueron, mataron los pájaros y los volvieron a traer. Todos… salvo el discípulo favorito, que le devolvió vivo play online pokies el pájaro.
« ¿Por qué no lo has matado? », preguntó Junaid.
«Porque el maestro ha dicho que tenía que hacerse en un lugar en el que nadie pudiese vernos», respondió el discípulo. «Pues bien a todas las partes donde he ido, Dios estaba viendo».
«Veis el grado de su comprensión —exclamó Junaid — comparadlo con los demás».
Los discípulos pidieron perdón a Dios
Actuemos en el día de hoy con el convencimiento de que no podemos escondernos y que todos nuestros actos son vistos. Pensemos esa mirada permanente nos ayuda a respetarnos, a la vez que nos facilita la relación con nuestra familia, los amigos, los colaboradores…Seguro, que de este modo, no mataremos ningún “pájaro” ni ofenderemos a nadie.
Quizá como estos discípulos tengamos celos o envidia de alguien más admirado. Pongamos el foco en nuestro desarrollo, y activemos el comportamiento más elevado que anida en nuestro maravilloso y grandioso corazón. Disfrutemos de la grandeza de nuestros compañeros de viaje, y contribuyamos con lo más sobresaliente de cada uno, para que el esfuerzo sea mínimo para todos.
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