Durante los tres últimos años se han producido en España 350.000 casos de desahucio. Así recogía el diario El País del domingo la lamentable situación de muchas familias que se sintieron atraídas por la compra de inmuebles cuando el dinero era barato y los bancos ofrecían muchas facilidades para captar hipotecas. Las viviendas supervaloradas eran hipotecadas en su totalidad previendo un tiempo feliz y económicamente muy favorable. Con la llegada de la crisis aparecieron los despidos, la subida del Euribor, la bajada de los pisos, la dificultad para venderlos al precio que fueron comprados y un amplio etc. que ha sobrecogido a muchos, y a otros les ha posicionado contra el poder, la política, los poderosos y contra la sociedad en general.
Cabe reflexionar sobre la necesidad que tenemos los españoles de ser propietarios de una vivienda aunque no tengamos recursos para ella. Es quizá esta prioridad vital la que orienta la economía hacia la construcción y nos impide desarrollar nuevas vías de negocio. Los «listos» de las finanzas y de las inversiones ponen sus ojos en construcciones masivas de viviendas porque saben que caerán los incautos deseosos de ser propietarios. El español medio piensa que alquilar es tirar el dinero, y que comprar supone ser más independiente e inteligente. A pesar de que las diferentes crisis han mostrado que esto no es así, parece impensable que se modifique el rumbo.
Según cuenta José Luis Barbería, autor del artículo, «en España el 84% de viviendas están en régimen de propiedad, frente al 61% de la media europea». Es más, en Europa los jóvenes viven en casas comunitarias durante el tiempo que dura su desarrollo profesional y llegan a estabilizarse; inclusive cuando han consolidado su relación de pareja, siguen conviviendo con otros inquilinos. Algunos de mis amigos que han vivido algunos años fuera de España han participado de esta costumbre sin problemas; sin embargo, cuando han vuelto a España han necesitado vivir solos o comprarse una casa, porque aunque los salarios en nuestro país parezcan más bajos que en otros países como Inglaterra, Francia o Alemania, el rendimiento económico es más alto, lo que hace viable la adquisición de un inmueble, mientras que en estos países es impensable que un joven soltero pueda, con sus ingresos, comprar una vivienda y vivir solo.
En el libro Padre rico, padre pobre de Robert Kiyosaki, el autor explica que la compra de una casa mediante una hipoteca genera pasivo en el flujo de efectivo. Muchos piensan que cuando compran un inmueble hipotecándole están haciendo crecer su economía sin comprender que están adquiriendo una obligación y endeudándose gravemente.
Una casa es un pasivo financiero en la cuenta de resultados. El importe de la hipoteca es una salida de efectivo de una cuenta a la de otro, que es el banco. Para las entidades bancarias, cada hipoteca se convierte en su activo. Cuando alguien deja de abonar sus cuotas, esa cuenta se convierte en pasivo. En ningún caso las entidades financieras quieren quedarse con la casa de los afectados. Una hipoteca es un gravamen a muy largo plazo que sólo es interesante cuando no afecta al flujo de efectivo mensual de la familia.
No quiero decir que no haya que comprar una casa, sino que es necesario hacer un estudio de viabilidad para averiguar qué representa adquirir ese inmueble mediante una hipoteca a muy largo plazo. Tengo un amigo que tiene una hipoteca de 1200 € a 30 años y gana 1750 € en 14 pagas. Con 26 años, ha frenado todo su desarrollo económico y la capacidad de disfrutar de una vida placentera.
Si alguna de estas familias afectadas por el desahucio hubiera estado de alquiler y ahora tuviera que marcharse a casa de sus padres por esta situación precaria, el escenario sería menos dramático, y no existiría el riesgo de quedarse sin su casa, avalada con gran esfuerzo.
Muchos españoles están atrapados por las deudas, y eso les impide vivir libres, disfrutar y soñar con nuevas fronteras. Cambiemos de cultura y ampliemos horizontes. Los negocios pueden y deben provenir de otros mercados y de ideas distintas a los deseos de propiedad. Necesitamos sentirnos ricos y prósperos, y las hipotecas sólo nos abocan a creernos pobres y a que parezca que el esfuerzo casi nunca es suficiente. La libertad para decidir dónde y cómo vivir queda mermada cuando pende sobre nuestras cabezas el pago de una carga hipotecaria a veces superior al 70% de nuestro salario.
Me gustaría escuchar vuestra opinión y debatir sobre este tema. Creo que es uno de los elementos que impide nuestro crecimiento como nación.
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