Me contaron este cuento que nos puede ayudar a reflexionar sobre nuestras actitudes para llegar a tener éxito:

«Hubo una vez un emperador que convocó a todos los solteros del reino, pues era tiempo de buscar pareja a su hija.
Todos los jóvenes asistieron, y el rey les dijo: “Os voy a dar una semilla diferente a cada uno de vosotros. Al cabo de seis meses deberéis traerme en una maceta la planta que haya crecido, y la más bella ganará la mano de mi hija, y por ende el reino”.
El rey y la semilla. Un cuento de autenticidad (96)
Así se hizo. Había un joven que plantó su semilla, y en vano esperó a que la planta brotara. Mientras tanto, todos los demás jóvenes del reino no paraban de hablar y mostrar las hermosas plantas y flores que habían sembrado en sus macetas. Cuando pasaron los seis meses, todos los jóvenes desfilaron hacia el castillo con hermosísimas y exóticas plantas.
El joven estaba muy triste, pues su semilla nunca germinó; ni siquiera quería ir al palacio, pero su madre insistía en que debía ir. Con la cabeza baja, y muy avergonzado, desfiló el último con su maceta vacía.
Todos los jóvenes hablaban de sus plantas, y al ver a nuestro amigo, se rieron y se burlaron de él. En ese momento, el alboroto fue interrumpido por la entrada del rey. Todos hicieron una reverencia mientras el rey se paseaba entre las macetas, admirando las plantas.
Finalizada la inspección, hizo llamar a su hija. Convocó, de entre todos, al joven que llevó su maceta vacía. Los pretendientes se quedaron atónitos.
El rey dijo entonces: “Este es el nuevo heredero del trono, y se casará con mi hija. Os di una semilla infértil, y habéis tratado de engañarme plantando otras plantas. Este joven tuvo el valor de presentarse y mostrar su maceta vacía, siendo sincero, realista y valiente, cualidades que un futuro rey debe tener”».
Reflexión:
Pregúntate qué hubieras hecho. Cuál hubiera sido tu comportamiento cuando, pasados unos días, en tu maceta no hubiera crecido la semilla. Analízalo pensando que la prueba era sólo para ti. Sin contendientes. Y que la meta y los logros dependiesen de que tu semilla germinara.
Ahora realiza la misma reflexión pensando que compites con un grupo de amigos o compañeros. La maceta tiene la semilla sin germinar. Durante los seis meses has regado la tierra y has procurado que le diera el sol. No has declinado en estos cuidados y la tierra ha permanecido yerma. Ahora debes defender el resultado ante tu rey. ¿Qué pensarías de ti mismo? ¿Cómo te sentirías?
Ponte también en la situación de haber plantado otra semilla en mejor estado tras comprobar que la que te habían dado no brotaba. La semilla impostora ha crecido y tiene una flor inmensa. Si te preguntan, estás dispuesto a guardar tu secreto. Lo importante es ganar el premio.
Quizá has agotado tu paciencia al cabo de unos días, y has tirado la maceta y la semilla, creyendo que no merecía la pena tanto esfuerzo.
Ser sincero, realista y valiente son las características para ser un buen príncipe consorte. También para ser un buen profesional, excelente persona y muchas cosas más.
Posiblemente, para ser exitosos sólo precisemos de la sencillez suficiente para ser sin pretender parecer. En esta semana disfrutemos del rol que tenemos en nuestro trabajo. Seamos auténticos con nuestras potencialidades, y aprendamos para incluir aquellas que más admiramos y aún no tenemos.
(ilustración de mEy)